sábado, 25 de julio de 2009

Mantenimiento. Tendencia

Aunque el mantenimiento industrial es una disciplina fascinante, constituye una rama de la ingeniería que no suele recibir un excesivo reconocimiento y mucho menos atención por parte de los departamentos académicos que no tienen en cuenta, o quizás desconocen, que cada año un elevado número de titulados se incorporan a las empresas para ejercer funciones directamente implicadas con la ingeniería de mantenimiento.
Probablemente haya varias razones para ello; una de ellas podría ser el hecho de que el mantenimiento industrial es un terreno muy complejo en el que no sólo intervienen muy diversas disciplinas de la ingeniería, sino también otros aspectos esenciales que es necesario dominar: gestión, organización, recursos humanos, economía de empresa. Además, la ingeniería de mantenimiento no puede practicarse sin conocer con suficiente profundidad los procesos de producción. Ningún otro campo de la ingeniería exige una mezcla tan elevada de conocimientos, aptitudes y experiencias, como la ingeniería de mantenimiento.
Tampoco la sociedad otorga al mantenimiento excesivo reconocimiento y estima, basta observar que los medios de comunicación sólo tratan de mantenimiento cuando un fallo, imputable al mismo, ha provocado un incidente con víctimas o graves trastornos para la sociedad. Habitualmente se margina o se trata de forma inadecuada la importante aportación del mantenimiento al buen funcionamiento de la compleja y tecnificada sociedad que nos rodea: transporte, energía, comunicaciones, infraestructuras, edificios públicos, etc., además de requerir unas ingentes inversiones para adecuarlos a las necesidades actuales, necesitan que para su mantenimiento y mejora se destinen importantes recursos económicos. De su buen funcionamiento no sólo depende la competitividad de un país y de sus empresas, sino también la seguridad y comodidad de sus ciudadanos.

En la empresa, históricamente y aun hoy en día, en muchos casos el mantenimiento es considerado como una actividad eminentemente basada en la práctica del día a día y considerada las más de las veces exclusivamente como generadora de gastos.
Cuando el modelo de gestión de mantenimiento que la empresa aplica sólo se basa en el mal denominado gasto, es debido al desconocimiento del beneficio que aporta el mantenimiento a lo largo del ciclo de vida de un activo industrial.
Según datos de la encuesta que AEM realiza desde el año 1990 sobre la situación del mantenimiento en España, un 82% de las empresas encomienda el mantenimiento a ingenieros industriales, ingenieros técnicos industriales y maestros industriales. Es manifiesta la predilección de las empresas hacia la rama industrial de formación. Parece que a falta de una acreditación o titulación específica sobre mantenimiento, las empresas eligen, en principio, entre quienes poseen conocimientos generales de carácter industrial. En previsión de los riesgos inherentes a una elección equivocada, las empresas complementan la formación del futuro responsable de mantenimiento exigiéndole una prolongada etapa de especialización práctica y conocimiento directo de las características y circunstancias del propio trabajo, ya que, según se desprende de la propia encuesta, la experiencia en mantenimiento exigida (oscila entre 11 y 14 años, siendo el promedio de 13 años que coincide con la antigüedad en la empresa) es de 5 años desarrollando tareas de mantenimiento en la propia empresa.
Además de las dificultades tecnológicas y organizativas, la ingeniería de mantenimiento por su propia naturaleza está casi siempre en una posición de conflicto latente, si no declarado, entre las exigencias del rendimiento económico y las de prevención de las instalaciones. Los ingenieros de mantenimiento deberían ocuparse mucho más de prevenir y evitar los fallos que de actuar sólo para solucionarlos cuando se producen.
También los especialistas de mantenimiento han de ser conscientes del afortunadamente cada vez más riguroso marco legal en el que han de tomar sus decisiones, del impacto social de sus acciones y de la responsabilidad que adquieren. Todo ello les obliga a actuar con un elevado sentido de la ética y deontología profesional.
Para valorar en su justa medida la responsabilidad que asumen los departamentos de mantenimiento de las empresas industriales ubicadas en nuestro país, no hemos de olvidar que, según datos de la encuesta mencionada, el 85% de los mismos se ocupan de estudiar y ejecutar las mejoras de las instalaciones y también un porcentaje muy significativo, el 40%, tiene asignada la responsabilidad de proyectar las nuevas instalaciones.
La carencia de asignaturas específicas sobre mantenimiento en buena parte de los planes de estudio de las titulaciones de ingeniería y el bajo número de textos y tratados publicados sobre mantenimiento, vienen provocando un importante déficit informativo y formativo de los ingenieros, directivos y técnicos que desarrollan sus actividades profesionales en este campo, con el indudable efecto negativo que esta situación comporta para el sector industrial y, en general, para la sociedad.
Editado por: AENOR para INGEMAN.

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